"Hay que tener mucho cuidado con meter una gallina nueva en un corral. No se la puede soltar por las buenas, porque las otras la verían como una intrusa. La cosa consiste en soltarla por la noche, cuando las demás están dormidas. Hay que buscarle una percha libre entre las demás, dejarla ahí y alejarse de puntillas. Por la mañana, al despertarse, las gallinas del corral no se dan cuenta de que hay una gallina nueva, porque piensan: "Si no la he visto llegar, será que lleva aquí toda la vida". Y lo más increíble es que, al despertarse, en un gallinero desconocido, la propia recién llegada olvida que llegó anoche, pensando: "Si estoy aquí, será porque llevo toda la vida".
Come, reza, ama (Elisabeth Gilbert)
No he visto la película protagonizada por Bardem y Julia Roberts, pero sí que me leí el libro en el que se basa, el año pasado por estas mismas fechas. Al llegar a la parte en la que la protagonista aterriza en la India, me encantó leer este fragmento. "Qué gran verdad", pensé entonces. Claro que, como todas las verdades que una considera ciertas, era una certeza porque me sentía identificada con ella.
Por aquel entonces, yo pensaba que mi problema era el haber hablado de más, el haber sido demasiado yo, sin pensar que el dar demasiada información o llamar la atención, simplemente por mostrarme tal y como soy, era lo que había jugado en mi contra. Así que para año nuevo me hice prometer una cosa: la próxima vez que llegue nueva a un sitio, seré "esa chica callada y discreta" que nunca he sido, a la que todo el mundo alaba, precisamente por eso, porque calladita se es más guapa.
Bien, ahora creo que de las ideas estúpidas que he tenido en mi vida, esta es la más absurda de todas. ¿Cómo creí que me iría bien convirtiéndome en una gallina?, más bien, ¿qué tipo de sociedad es esta que nos obliga a actuar como si estuviéramos en un corral? ¡Somos personas!
Canturreo a todas horas, soy habladora, mi risa es escandalosa, me gusta decir lo que pienso y a mis 26 años he decidido no volver a pedir perdón por ser como soy y, mucho menos, intentar esconderlo. ¿Para qué? Al fin y al cabo, por mucho que permanezcas callada y sin pintarte los labios de rojo, será tu trabajo, tus textos, tu forma de andar,... los que acaben hablando de ti y desagradando a los que apuestan por la dictadura del silencio.
El diseñador Yves Saint Laurent posó desnudo para promocionar su perfume, quería mostrar al mundo su esencia. La fotografía, hecha por Jeanloupp Sieff en 1971, fue un escándalo en aquel entonces, pero pronto se convirtió en un hito de la historia de la moda.
Desnuda, como Yves, así es como quiero ser ahora.