miércoles, 16 de febrero de 2011

Darle la vuelta al mundo

A aquéllos que creen que las compañías aéreas de bajo coste han democratizado los viajes y el turismo, les diré que se equivocan, porque los hermanos Lumière ya lo hicieron a finales del S.XIX.

Y no, no es porque tenga predilección por los inventores de algo que me encanta, ni porque sean lyoneses, y yo en cierto modo un poco también; sino porque fueron los primeros en mostrar al mundo imágenes en movimiento de los más recónditos lugares del planeta, es decir, los primeros que a cambio de pocos céntimos permitieron a personas de todas clases y edades ver cómo se pone el sol en la India o cómo la nieve alcanza hasta 15 centímetros de altura un frío día de invierno en las calles de Nueva York.

El otro día experimenté uno de estos viajes, porque aunque ya no estemos en el SXIX y existan las compañías de bajo coste, todavía no he tenido la oportunidad de llegar hasta África. Un buen amigo me escribe desde allí, y como si de Louis o Auguste se tratara, me manda una de esas postales en movimiento, que me divierten y emocionan, no sólo por lo lejano, sino por lo distinto y precioso que me resulta todo.

Las ganas de conocer lo que hay después del mar, le han llevado hasta el parque natural Dzangha-Sangha en la República Centroafricana, donde los árboles no tienen fin y por eso el cielo no se entiende si no está ramificado. Según me cuenta, los Baka, una tribu de pigmeos que vive por la zona en chozas hechas con hojas y ramas, a las que llaman mongulu, son los que le han llevado hasta los gorilas que salen en el vídeo. Estos gorilas de color azabache, pero de apariencia plateada, son igual de altos que mi amigo, que emocionado no sabe adónde mirar: si a las crías, a las hembras o al macho, mientras uno de los pigmeos bebe agua fresca, que brota al cortar las lianas de un árbol.

En la siguiente toma veo elefantes en un lugar semipantanoso que cruzan varias corrientes de agua. Me estremece la dulzura con la que las hembras lavan a sus crías, ¡y la gran cantidad de elefantes que hay!

Acaba el vídeo con la vista que tiene la cabaña en la que se aloja: un sol ambarado que se esconde tras el río. Y ahora es cuando comprendo a todos aquellos coetáneos de los Lumière, que salieron corriendo cuando entraron en el cine por primera vez y creyeron que el tren que se movía en la pantalla los atropellaría. Por unos momentos he dejado Madrid, el ordenador, el trabajo, el metro que no llega, los zapatos de tacón... Por unos momentos le he dado la vuelta al mundo.

3 comentarios:

  1. Interesante blog, cine y moda. De moda no entiendo mucho en un sentido práctico aunque me gusta como teoría y cultura, el cine es mi garn afición.
    Me pasaré por aquí de vez en cuando, con tu permiso.

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