miércoles, 22 de diciembre de 2010

Un pastel para Navidad

Cuando volvía de la facultad andando por la Cartuja con mi amiga Kristina solía tener conversaciones muy interesantes. Recuerdo que uno de los días me decía que hay mucha gente en el mundo que está enamorada de otra y eso nunca se sabrá. Porque no cuadró, por vergüenza, miedo, incompatibilidad... que a todo el mundo le corresponde un número de gente enamorada, sólo que no llevamos un cartel que nos lo indique, y ese amor muchas veces queda en el olvido.

Cuando pienso en este tema me es inevitable pensar en lo que mis hermanos han denominado como "el pastelón navideño por excelencia", la película Love Actually (bueno, también la llaman "bodrio para tías" o hacen comentarios del tipo: "Quita eso que me sube el azúcar"...) El caso es que en la película hay una de estas historias de amor oculto: el personaje que interpreta Keira Knightley no entiende por qué el mejor amigo de su marido es tan antipático con ella, por qué nunca la mira y la evita. La respuesta: está enamorado de ella, y eso que ella jamás lo habría imaginado. Ajá, aquí tenemos un claro ejemplo de la teoría de Kristina. Pero, qué debe hacer: ¿decirlo?, ¿callarlo para siempre?

En mi escena favorita de la película, él se lo confiesa todo, y es mi escena favorita porque ilustra no sólo las relaciones de amor no correspondido o imposible. Para mí esos minutos contienen la esencia de la vida. Somos lo que decimos o callamos, y no sólo con palabras, también me refiero a nuestras acciones, miradas, vestimenta... Lo que ocultamos o enseñamos.

Al llegar la Navidad, todo el mundo reflexiona sobre lo ocurrido en el último año, pide deseos, se marca metas... Y yo este año el único regalo que quiero es saber precisamente esto, ¿qué he de comenzar a decir? y ¿qué tengo que empezar a callar?

FELIZ NAVIDAD ;)

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