domingo, 20 de febrero de 2011

Cuestión de andares


Cuando tenía cuatro años me dijo mi hermano Joaquín: "Pilar, voy a enseñarte a cruzar la calle, y así cuando quieras ir a la plaza del Cabildo a jugar, no tengo que llevarte yo". Situados en el cruce entre la calle Bolsa y la del teatro, me indicó que primero mirara a la izquierda y luego a la derecha, y que si no venía ningún coche, ya podía pasar, eso sí, sin demorarme. "Qué cara tiene tu hermano", estaréis pensando algunos de vosotros, "qué manera de librarse de la pesada de su hermana pequeña...". Sin embargo, ahora pienso que me hizo un gran regalo, porque desde aquel momento y con esos simples consejos, he ido siempre donde he querido. Y es que, andar sola por la calle es todo un privilegio, y con andar sola me refiero a la libertad que supone "el no tener que depender de" para ir adónde quieras y como más te plazca.

El otro día vi La rosa púrpura de El Cairo de mi queridísimo Woody Allen. En ella se cuenta la historia de una de esas mujeres, que ya sea por imposiciones sociales, culturales o morales, no puede andar sola por la calle. Su marido, que es una joyita, le pega, le pone los cuernos... Un regalito, vamos. Y ella, buscando una salida, no encuentra mejor manera para escapar de su realidad que yendo todos los días al cine. Da igual que siempre pongan la misma película, y da igual que la historia se repita... ¡¡el protagonista es tan guapo!!

Woody, que es todo un maestro en eso de que la realidad y la ficción se vuelvan una, a modo de mi hermano Joaquín, no iba a dejar que la historia quedara ahí, por eso y, ¿por qué no?, el actor salta de la gran pantalla al patio de butacas, abandonando su mundo en blanco y negro, por poder hablar con la chica que desde su asiento lo mira atónita con ojos de enamorada.

Lo que viene después son enredos y más enredos típicos del neoyorkino, que no os contaré para no destrozaros el filme. Lo que sí os diré es que no es el típico happy end, porque al fin y al cabo, ¿qué iba la protagonista buscando al cine sino sueños? Y con los sueños, ya se sabe lo que la mayoría de las veces pasa, aunque como bien apunta el maestro Allen, siempre son necesarios, por eso de darle gracia a la vida.

Con la moda pasa un poco eso, ¿por qué compramos si no una revista? Pues por el mismo motivo por el que la protagonista de la cinta iba al cine, y porque trajes como los que presentó Dior en su último desfile de Alta Costura en París nunca nos dejarán indiferentes, aunque queden muy lejos de nuestra realidad diaria.

Ya me lo dijo mi hermano: "Pilar, yo no quiero crecer". Y ahora le respondo yo a él: "Total, para lo que hay que ver...".

4 comentarios:

  1. La verdad es que gracias a estas cosas se va haciendo llevadera la vida. La Rosa Púrpura es una gran película.

    Me gusta mucho tú artículo Un dos tres, sobre el ritmo de Madrid, jajaj a mí me pasa que cuando salgo fuera me parece asistir a una de esas películas de tempo lento. Como si la gente fuese a ralentí.

    ¿ Has cambiado el diseño del blog?

    Un saludo y pasa un feliz día.

    ResponderEliminar
  2. Sí, mi blog cumple hoy un año y había que darle un cambio, por eso de no aburrir jejeje. ¡Gracias por tu comentario! y feliz finde xD

    ResponderEliminar
  3. Pils, gracias por este post, casi me echo a llorar,pero no, no hay tiempo para estas cosas, a luchar y a salir del cine para vivir la vida! Amiga, eres grande, hagas lo que hagas!

    ResponderEliminar