Siempre he pensado que enamorarse en Madrid sería distinto a enamorarse en cualquier otra parte del mundo. Y hay una razón para ello: hace unos años tuve la suerte de ver el cortometraje El Columpio, y desde entonces el amor en Madrid se me antoja a primera vista, con humor bobalicón como el de su protagonista, y con barra de labios roja como nota de fondo.
Me encanta Coque Malla, me encanta su manera de ser natural y de desvelar pensamientos acordes con la realidad. Me encanta que su objeto de deseo no sea rubia y no lleve un traje de Chanel. Una chica como otra cualquiera, que va en metro, y se pinta los labios esperando a que llegue, porque no tiene tiempo para hacerlo en otro momento. Porque el amor es así de simple y bonito, y en Madrid (escenario habitual de nuestro desprestigiado cine) se pasea por la calle, entre la gente normal.
Un cortometraje que dice mucho a favor de nuestro cine. Sí, en España no sólo sabemos jugar al fútbol. En España la mayoría de la gente es morena, y en los institutos no existe la reina del baile. "Las divinas" no gustan al protagonista de este corto, y los vampiros blancuchos y cursis jamás dirían que ven películas sobre masajistas.
Por todas las veces que vamos corriendo a coger el metro y no tenemos éxito... ¿Será una cuestión de electricidad?